Leer la historia Argentina conociendo su actualidad puede ser una experiencia verdaderamente desalentadora.
Tantas veces estuvimos a un paso de triunfar, a un punto de ganar el campeonato y finalmente terminamos en el fondo de la tabla. Tuvimos jugadores estrella, grandes hombres que junto al pueblo lucharon por alcanzar la liberación de la patria. Por una auténtica y definitiva independencia política y económica defendiendo siempre la igualdad de oportunidades. Pero todo ese esfuerzo no fue suficiente y hoy la tarea aún continúa incompleta.
Es una reacción común ante tan desolador panorama evadirnos, admirar otras naciones adjudicándole su desarrollo y prosperidad a la suposición que son una sociedad honrada y trabajadora con clase dirigente capáz, y resignarnos a aceptar la realidad pasivamente sedando nuestra decepción con la diversión vacía que nos ofrecen la TV y los medios masivos. Renunciando al vital y emocionante acto de pretender cambiar las cosas, de revolucionar.
No debemos permitir que esto nos ocurra, si hurgamos un poco más en nuestra historia descubriremos que los próceres fueron hombres comunes con sus cualidades y miserias, y siempre hubo junto a ellos cientos, miles de personajes que en algún momento fueron necesarios y valiosos, gente como cualquiera de nosotros, que llegado el momento actuaron según sus principios y limitaciones, pero no permanecieron inertes viendo pasar la historia.
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