18 jun 2010

Deuda externa

LA DICTADURA CONTINÚA, SU NOMBRE ES DEUDA EXTERNA

Ya no son necesarios ejércitos para conquistar los pueblos, la mentira y el ocultamiento junto a la desidia de la gente por los asuntos del estado han permitido doblegar a todas las naciones del mundo al poder del dinero.
Ningún esfuerzo por solucionar los problemas económicos y sociales del país tendrá buen resultado si se ignora los orígenes y efectos de la Deuda Externa, deuda que representa los hilos invisibles con que controlan a las marionetas que tenemos por gobernantes.

Olmos Gaona investigó desde el principio este acto de entreguismo, desde el presiso momento en que los militares del proceso encadenaban a la patria.
Bajate el libro Deuda externa

Alejandro Olmos fue un político importante en la segunda mitad del siglo XX a pesar de que no ocupara cargos ni figurara su nombre en los medios de comunicación masiva. Fue un periodista notable, de pluma tocante, emotiva y valiente. Fue un escritor y pensador político privilegiado, cuya palabra oral o escrita se escuchó con respeto. Y fue un bohemio, capaz de tumbar tabúes como el de la deuda externa, pero incapaz de sacar provecho personal de los valiosos servicios a la Patria.
Ha sido sistemáticamente silenciado, podría decirse ocultado; al punto que Norberto Galasso en el bosquejo biográfico realizado para la reciente cuarta edición del libro de Olmos sobre 'La Deuda Externa' pudo afirmar que para los diccionarios y enciclopedias del siglo XX 'Olmos, Alejandro no existe'. Tampoco para los historiadores del siglo que se fue.
Nacido en San Miguel de Tucumán el primero de mayo de 1924, Olmos realiza sus estudios secundarios en Buenos Aires, adonde llega acompañando al periodista José Luis Torres, autor de La década infame. En la capital, milita en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES) y luego egresa de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Es bastante precoz: en 1937, a los 13 años de edad, tiene un programa periodístico en LRA Radio Nacional.
Desde muy joven comparte el pensamiento político de historiadores, políticos y escritores como José Luis Torres, Ernesto Palacio, Manuel Gálvez, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche. Apoya el movimiento militar de junio de 1943, que acaba con una década de corrupción y fraudes, y se une al naciente peronismo en octubre de 1945.
Al año siguiente, sin embargo, Olmos se opone activamente a que Argentina suscriba el Tratado de Chapultepec por considerar que significa un alineamiento automático con Estados Unidos. Impugna el acuerdo ante la justicia federal y solicita su nulidad. Se opone también a la creación de la OEA (Organización de Estados Americanos). Esa libertad de criterio sería un valor fundamental que alguna vez Cooke le recriminó delante de Perón, pero éste comprendió perfectamente por qué Olmos -por sobre las discrepancias- continuó adhiriendo al peronismo sin afiliarse jamás al Partido Justicialista. Es que (al igual que Jauretche, Scalabrini Ortiz o Sampay) Olmos fue un político que supo participar manteniendo su independencia.
En noviembre de 1955, pocas semanas después del golpe de Estado que derrocó a Perón, Olmos comenzó a publicar 'Palabra Argentina', periódico tabloide de ocho páginas que componía el taller de Fontevecchia (padre), desde donde combatió a la dictadura militar pese a que el Decreto 4161 calificaba como delito cualquier publicación peronista. Cambió varias veces de formato, de periodicidad, de imprenta, mas invariablemente sufrió persecución, allanamientos, secuestro de ediciones, censura y cárcel. Nada lo detuvo porque 'Palabra Argentina' circulaba de mano en mano en miles de ejemplares que se editaban en la clandestinidad, como recordó Miguel A. Moyano en su obra sobre el periodismo de la resistencia.
Fustigó desde allí la derogación por bando militar de la Constitución de 1949 y las atrocidades que la sucedieron: incorporación al FMI, Plan Prebisch, matanzas de Lanús y José León Suarez y los fusilamientos del general Juan J. Valle y otros militares, entre los que se contó su primo hermano y gran amigo, coronel Ricardo Ibazeta. Y siguió por años así, denunciando arbitrariedades como el Plan Conintes, en defensa de miles de trabajadores detenidos sin acusación ni juzgamiento. Es que Olmos fue periodista de la libertad, capaz de combatir la dictadura aún desde la cárcel.
Las 160 ediciones del periódico son un testimonio de nuestra historia contemporánea. De la correspondencia entre Perón y Cooke puede extraerse una expresión reveladora de la importancia que tuvo 'Palabra Argentina', cuando Cooke le escribió a Perón aludiendo alguna diferencia de opiniones con Olmos y expresando: 'General, lo que pasa es que a Palabra Argentina la leen un millón de argentinos'. Éramos entonces casi veinte millones de habitantes y ningún diario comercial superaba la tirada de ese periódico prohibido.
Olmos participó con mucho entusiasmo de las inquietudes del 'revisionismo histórico', realizando trabajos relativos a las relaciones de José de San Martín con Juan Manuel de Rosas en el seno del Instituto de Investigaciones Históricas que lleva el nombre de éste y organizando al promediar el siglo una 'Comisión de Repatriación' que estuvo integrada por personalidades: Manuel Gálvez, Ernesto Palacio, José María Rosa, John W. Cooke, Luis Soler Cañas y otros. Es que Olmos fue celoso de la Soberanía argentina y devoto de los próceres que velaron por ella.
En 1973 cuando amigos quisieron proponerlo para cargos en el gobierno democrático instalado ese año, Olmos se negó. Fue su cualidad estar siempre presente en los momentos difíciles, y ceder humildemente su lugar en tiempos de triunfo.
Y los instantes dramáticos volvieron en 1976, cuando se reintegró a la lucha. Dudas no caben que la mayor virtud de Olmos fue haber desnudado entonces la deuda externa 'que siempre nos ocultaron', como decía él. 'La mayor estafa al pueblo argentino', como la calificó Diego Musiak en un film documental que resume los desvelos de Olmos.
Estaba dando sus últimos coletazos el Proceso militar en 1982 cuando Olmos inició una denuncia en el Juzgado Criminal Federal N° 2 destinada a arrancarle a la Justicia una decisión histórica, 'impulsada titánicamente y patrióticamente por Don Alejandro, hasta consumir los últimos días de su existencia', dijo el doctor Juan Carlos Foerster que fue secretario de ese juzgado.
Olmos aportó las pruebas necesarias para demostrar que se trató de una deuda fraguada y en febrero de 1990 dio a conocer su libro 'Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa' corriéndole el velo a la impudicia. Fue groseramente silenciado porque desentonaba con la intentona neoliberal de aquella Argentina dolarizada que quería penetrar en el 'primer mundo' con euforia privatizadora y seducida por el apetito de las 'relaciones carnales'.
Olmos nos mostró la realidad que muchos no quisieron ver. Aportó pruebas, documentos, testimonios, pidió indagatorias, informes, pericias, que decían como se habían endeudado las empresas públicas y el país perjudicando al Estado nacional y permitiendo lucros indebidos de los acreedores.
Olmos no sólo ejerció su apostolado por el interior del país, sino que también concurrió especialmente invitado a foros internacionales, donde demostró la realidad y el fraude del endeudamiento de naciones sometidas al imperialismo financiero.
Finalmente, después de dieciocho años, cuando ya Olmos había fallecido, el Juez Jorge Ballesteros en Buenos Aires dictó sentencia considerando prescripta la acción penal, pero con la particularidad de reputar veraces numerosas denuncias, elevando las actuaciones al Congreso de la Nación, en cuya Cámara de Diputados se encuentra.
Desde entonces, hasta el FMI ha debido hacer su autocrítica sobre la deuda externa argentina; incluso admitió alguno de sus errores.
El que no ha reaccionado aún es el Congreso Nacional, como cuando Alejandro Olmos transitaba estos pasillos reclamando infructuosamente el cumplimiento del precepto constitucional que lo obliga a actuar en cualquier arreglo de la deuda externa.

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