7 ene 2011

La sojización como herramienta de coloniaje

El inicio del proceso de monocultivo y dependencia alimentaria puede remontarse a las década del 90, durante el reinado del inombrable.

En 1991 se disuelve la Junta Nacional de Granos, permitiendo a las compañías cerealeras hacerse con el control y exportación de granos, al mismo tiempo que se pone a disposición de estas compañías a un organismo nacional como el INTA.

El INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) que durante décadas desarrolló variedades agrícolas para el cultivo en la Argentina, en 1991 entregó su colección de germoplasma a los semilleros multinacionales, apropiándose éstos de los secretos de la producción nacional.
Todo esto privó a los agricultores de las semillas de germoplasma nacional realizadas para las condiciones de cultivo en las diferentes regiones del país. Así llegamos al momento actual donde han desaparecido variedades de lentejas, arvejas, maíz, trigo, lino, girasol, batata, etc., que habían sido desarrolladas por el INTA y sembradas durante décadas en el país.

Desde que en 1996, Felipe Solá, el Secretario de Agricultura en ese entonces, autoriza la siembra en nuestro país de la primera semilla de soja RR, un transgénico inventado por los científicos de la empresa Monsanto. La soja se ha expandido como una epidemia, desplazando a cultivos regionales y otros tipos de producción como la ganadería y lechería.

Poco hicieron los gobiernos sucesivos al menemismo para revertir esta tendencia, los recursos económicos que provee la soja a través de las retenciones, la hacen uno de los pilares de la economía nacional, pilar demasiado enclenque si consideramos que el precio depende de los mercados internacionales y que una merma abrupta causaría no solo la quiebra de muchos productores sino que también pondría en jaque al estado.

Un país que basa sus economía en la producción de recursos primarios para las grandes potencias está condenado a ser colonia, sino tomemos un claro ejemplo que ocurrió hace unos meses.

Junio del 2010: China anuncia el freno al comercio de aceite de soja con Argentina, debido a un exceso de stock y a la decisión de incentivar el desarrollo de las aceiteras chinas.

Julio del 2010: Cristina viaja a China para destrabar el comercio de aceite. A cambio ofrece un aumento del cupo de importaciones industriales, el compromiso de adquirir en China todo el material ferroviario que Argentina necesite, además de facilitar las inversiones del país asiático en petróleo y minería.


Saldo: con una simple amenaza, China ganó un montón de beneficios y Argentina siempre arrodillada, esperando aún la independencia económica.

Al mejor estilo Roca-Runciman!!! solo que con acento mandarín.

3 comentarios:

  1. Muy buen artículo, Zarlanga, tenemos que resucitar el IAPI para transferir el capital agrario a las industrias livianas y pesadas.

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  2. Buena publicacion buena informacion !

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